Decidí participar en la 59 edición de Maratón Rover Montaña, el 15 de septiembre. Este evento lo organiza cada año los Scout de México, un Trail con lugares lleno de dificultad por su terreno y por lo elevado en gran parte del recorrido, que parte del Monumento al Caminero en el DF, hasta llegar al poblado de Tres Marías en un recorrido de 31K o hasta el Estadio Centenario en Cuernavaca, para completar una distancia de 42.1K.
Me acomodo algo adelante, Vic y Viajero se colocan un poco más atrás, siento que físicamente estoy fuerte para llevar un trayecto algo rápido a pesar de las constantes subidas que nos esperan.
Empieza la carrera, vamos por las calles poco a poco adentrándonos a pendientes, el suelo llenos de charcos de agua, es inevitable no caer en alguno, por momentos la caída de agua de las calles más elevadas hacía que me salpicara hasta casi las rodillas.
Alternaba el recorrido con caminar por algunos momentos y en otros con pasos más rápidos. Durante los primeros 7K mi ritmo había sido como me lo había propuesto pero a la vez las constante lluvia ya me tenía prácticamente húmedo toda la ropa y mis tenis se había llenado de agua lo que hacía más pesado mis andares.
Llego al primer abastecimiento todavía con buen paso pero ya traía la ropa empapada de agua, nos internamos a territorios más complicados, siguen las subidas, pero ya aparecen terrenos enlodados, bajo el ritmo dado que mis tenis no ayudan, evito resbalar mientras mis pasos van "retrocediendo".
Poco a poco en el avance de la competencia sentía el cuerpo que se me helaba, me vi desplazándome con la mano levantando la playera para que no se me pegará al cuerpo y no sintiera tanto el frío, por efecto del clima ya traía los lentes empañados y no había forma de limpiarla, fui perdiendo la ubicación de la distancia transcurrida, ocasionalmente pude darme cuenta de que iba por el 16K, poco a poco me seguía quedando.
Creo, alrededor del 20K, en que ya no veía hacia los lados del camino pues me ocupaba más de mi cuerpo, en es ese momento vino una leve bajada el cual seguí como trayecto, cuando escucho un grito, continué corriendo, escuché otro grito que se oía lejano, sórdido, volteo y atrás en una parte en que se me hizo elevada una corredora detenida me hace la señal y me indica el camino, "chin..." a regresar, vuelvo a la ruta y en ese momento aparece Víc quien me pregunta que cómo iba, le digo que venía de un despiste, como bien contaría él, en ese momento ya estaba "desorientado", le pregunté si tenía una playera seca, dicha pregunta suplicante lo repetiría varias veces.
Después de seguir con Vic, juntos, se me fue alejando, yo ya tenía el cuerpo "congelado" y estaba temblando, tropiezo con una piedra logro evitar caerme pero aparece dolor en las pantorrillas, calambre. Más adelante lo veo que se detiene como mirando al cerro, busca algo de sus cosas, me le acerco preguntándole si había pasado algo, me dice "una foto", me la toma y luego me pide que le tome, la verdad ya me temblaba hasta las patitas así es que para no errarle le tomé dos fotos.
Por momentos te sientes sólo, entre matarroles, sin saber por donde pisas, espero que aparezca alguien, aunque ocasionalmente te encuentras con alguna persona que está en el recorrido sólo alentando, a veces detenido, a veces caminando en sentido opuesto. Veo a dos corredores, les pregunto si tienen una playera seca, uno de ellos me dice que no pero me ofrece unos chocolates, "no te detengas", "no te pares, sino se te enfría el cuerpo", saca de su mochila varias en forma de bolitas y me las deja caer en una mano que temblorosa no atinaba controlarse, logro llevarme tres a la boca no sin pasar apuros.
Poco después aparece un corredor que viene corriendo frente a mí, "no es por acá" dice y veo que detrás de él vienen varios más, otro expresa "si era por ahí", entonces todo el grupo vuelve hacia el lado de dónde venían y luego nuevamente "sí era por allá", y así, otra vez a regresar.
De repente ya estábamos en un terreno fangoso lleno de maleza. Se me va el grupo, trato de alcanzarlos mientras mis pies se hunden y levantan lodo, una mano apretujada conserva el resto de los chocolates. Después veo casi perderlos en un camino algo más accesible, apuro porque no me quería quedar sólo en un lugar lleno de frío y una lluvia que no deja ver, en ese momento corrí como pude, tropiezo y caigo bruscamente, de bruces al suelo, pongo mis manos en la caída y veo como los chocolates se me caen y se pierden lentamente entre el lodo, de nuevo los calambres me aprisionan con enorme dolor, grito muy fuerte, nadie escucha mi caída aunque más me duele la perdida de lo que podría haberme dado algo de calor.
Rápido me levanto y sigo corriendo como fuese posible, alcanzo a una pareja de corredores, están tratando de rodear una laguna formada por la lluvia, uno de ellos va por atrás de un lado que está marcado por alambres con púas, la chica que seguía por el lado del trayecto cae pero es ayudada y sale rápido, me aproximo ahí, me agarro del alambrado pero resbalo y caigo, la mitad de mi cuerpo se sumerge, salgo de ahí expulsado por lo frío del agua.
Seguí corriendo, por ahí algún corredor lograba rebasarme, la lluvia arreciaba, por momentos era imposible ver, mis lentes empañados no me servían de mucho buscaba el Garmín (un dispositivo a manera de reloj que entre otras cosas sirve para medir la distancia y el ritmo de carrera), pero en algún momento me olvide de él, mi ya congelado cuerpo iba de un lado a otro, avanzando poco.
Pensé detenerme a buscar que me calentara el cuerpo en el punto llamado "Fierro del Toro", yo ya venía totalmente enlodado en la caída aparatosa donde había dado un enorme grito (y no era el de la independencia) y mi número ya inexistente estaba colgando en un sólo seguro. Veo a un fotógrafo que corriendo de su lado protector de lluvia se me coloca al frente, toma una foto a mi casi inerte figura, seguí el camino y se me olvido de buscar alguna playera seca. Aparece una encrucijada, dos caminos, pregunto que por dónde es ya siguiendo uno de ellos, asumo que es el correcto lo cual es apoyado cuando a mi lado están dos corredores más que poco a poco se me alejan.
Lo siguiente para mi era apuntar que debía llegar al siguiente punto y que ahí sí encontraría algo para calentar mi enfriado cuerpo. Después vinieron trayectos siempre difíciles, yo sólo buscaba mantenerme en moverme como pudiera, mi poca atención sólo se dirigía hacia mi mismo, por instantes había continuado corriendo con una mano levantando mi playera para que no sintiera tanto el frío adherido pero en otro momento aparecía ya expuesto a la playera empapada sin poder levantarlo del cuerpo, las fuerzas casi me habían abandonado.
Ya al lado de algunos corredores aparece una silueta en el medio, detenida, impávida, tiesa. Es un combatiente prácticamente vencido, suelta una frase,"ya estuvo" como queriendo salir de ahí, mientras mantiene los brazos cruzados en su cuerpo, es un mar de temblores.
Yo seguí y el atrás mío, la lluvia no cesaba y el camino siempre complicado, mi cuerpo incontrolado seguía tambaleante, por un momento me olvidé del otro cadáver (perdonen si ofendo), a lo lejos escucho porras, la gente ahí, que a pesar de la lluvia se habían apostado para seguir el aliento a los competidores, a un hermano a un hijo a un novio, a un esposo a una esposa, a un padre. Me conmueve, cómo es que puede haber gente apoyando, entregándote un vaso de agua, un poco de fruta, diciéndote alguna palabra que abraza y que no te deja morir, gente en un lugar donde casi no pueden verte, donde el inclemente clima es cruda y es cruel con uno.
Es el lugar llamado Tres Marías, veo un casa y en ella apostada una familia apoyando, creí que vivían ahí y por eso me les acerqué, les pedí una playera seca, la señora me abraza, me da calor con su cuerpo, con el aliento de su boca, para revivirme, atrás la figura de mi gemelo cadáver aparece, lo reviven de igual forma.
Quería seguir corriendo pero nos dicen que adelante hay una ambulancia, ahí surge un término que nunca lo había creído para mí ni aún en ese momento, "hipotermia". Nos conducen a ese lugar, pero le vuelvo a pedir "una playera" al esposo, se despoja de su ropa y me da una camiseta blanca, ayudado me quito mi inutilizable playera y me cambio.
Ya en la ambulancia nos dan materiales para secarnos y nada más, se quejan de los organizadores, dicen que ya atendieron a otros con hipotermia. Uno de ellos habla por radio pide refuerzos porque ellos no pueden atender más. Pensé que nos medirían las funciones vitales mas la atención nunca llegó. Pensé nuevamente en continuar pero el cuerpo acalambrado y ya sin ritmo más la lluvia intensa al salir de la unidad hicieron dudar mi intento. Me acuerdo que no había pasado por el punto de lectura del chip.
Cual Lázaro resucitado, nos fuimos a buscar algo caliente, pedimos café y en ese lugar de comidas habían varios corredores que se estaban cambiando pues sólo hasta ahí llegaron. Nos invitaron dos copitas de tequila y las platicas vinieron de un lado a otro.
En ese momento ya decidí no correr más, pasé a recoger mi medalla, la más desangelada que he recibido en mi vida atlética más aún cuando veo corredores llegando a ese punto e internándose a la carretera, eso me hizo sentir peor, quise tirar las cosas y seguirlos pero ya traía los pies descalzos como "chancleando".
Tomamos un taxi, llegamos al estadio, el otro compañero ubica a sus amigos, todos de Veracruz, ubico a mis familiares en la grada, en eso me encuentro con Vic, ya le digo que me quedé en Tres Marías. Me acerco a mi hermana que se sorprende verme llegar por ahí cuando me buscaba aparecer en la pista de carrera, me vio tembloroso, nos dirigimos a dónde vive, ya ahí me dio una playera, un par de calcetines y luego a la Ciudad de México.
Fue una carrera que decidí afrontar muy a pesar de las condiciones que se extremizaron ese día, recuerdo vivídamente lo padecido como una experiencia de supervivencia, qué tenía que seguir para salir de ahí, experiencia que te golpea, que te paraliza pero que te enseña, te enseña a sacar más fuerza de ti, a no perder la lucha hasta llegar a donde sea posible para mantenerte, para no caer sin poder incorporarte, volvería claro, volvería estar ahí con más fuerzas, con más armas y entonces no caeré, si acaso caeré menos, en el camino mismo está la vida, la que sigue mientras viva.
FIN
A veces creemos que la carrera y el Maratón son así, que no respetan lealtades y que nos pueden traicionar en cualquier momento. El clima, la topografía, los competidores, las condiciones de la carrera, todos parecen ser sus aliados para voltearnos la espalda y darnos un palo en la cabeza. ¿Es su naturaleza traicionera, desleal? En principio no entendemos que en la derrota o en una mala carrera también también hay recompensa y a veces la más valiosa: No es Traición. Son Lecciones, es Aprendizaje.
ResponderEliminarPero la venganza es dulce y ya vendrán oportunidades de tomar "revancha".
Felicidades!